Es cierto que sentirse superado por algo angustia, pero también te acerca a eso que podría ser dios. Cuando el pié cada vez se siente menos firme y una pared te presiona hacia el precipicio y sabiendo que aunque no saltes te vas a caer, esos pocos segundos de vorágine en los que con la lengua afuera expresás palabras desmembradas de consecuencia y pintadas con sentido, un poco babeadas pero bien escupidas.
Y en el aire, cuando el corazón por un segundo se relajó ante la presión de la brisa mirás hacia el después y te dás cuenta que no sos vos el que pone o no la colchoneta. Ahí sos vulnerable, ni cuando estabas a punto de caerte, ni cuando tu mente consideró el tirarse ni cuando caiste.
Sólo cuando te das cuenta que no sos un mundo ni una isla , que ni estás solo ni por más esfuerzo que hagas querés estarlo. Allí, en ese lugar, tiempo, estado o para ser más preciso en esa eternidad somos todos uno.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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